¡El Cuerpo Expedicionario Británico en peligro! 26 de mayo de 1940
Norte de Francia. 13 a 25 de mayo de 1940. Tras la ruptura del frente francés en Sedán el pasado día 13, las fuerzas acorazadas alemanas han efectuado una profunda penetración para llegar a la costa del Canal en Abbeville y luego han girado hacia el norte para dirigirse a Dunkerque, el último puerto libre por el que todavía es posible escapar. Mientras, las tropas británicas se han visto obligadas a ir cediendo terreno poco a poco y a redesplegarse para formar una gran bolsa en colaboración con los ejércitos franceses.
Región de Pas de Calais, 21 a 26 de mayo. Durante los días pasados se han planteado diferentes posibilidades para cerrar la penetración de los Panzer y restablecer el frente, pero a día de hoy tan solo ha podido materializarse un ataque local en Arrás, el pasado día 21. Problemas de coordinación, el veloz avance alemán y la falta de reservas disponibles impiden reorganizar las tropas para ejecutar un ataque de más calado. La situación se ha vuelto desesperada. Ayer se perdió el puerto de Boulogne y hoy se ha rendido la 30.ª Brigada en Calais. En este momento, tropas de la 2.ª División de Infantería defienden la línea del canal de la Basée al canal de la Lys, al oeste de Armentieres, mientras el grueso del cuerpo expedicionario se desplaza hacia el norte desde Lille.
Londres, tarde del 26 de mayo. En vista de las circunstancias, Winston Churchill ha informado al primer ministro francés Paul Reynaud de que las fuerzas británicas se retiran hacia Dunkerque. La maniobra ha comenzado hoy mismo. A las 18.57 horas, el vicealmirante Ramsay, comandante de Dover, ha recibido la orden de iniciar la evacuación. Inmediatamente ha emitido la palabra clave: “Dynamo”.
Esta misma noche saldrán de Francia los primeros 3373 soldados británicos. Los próximos días serán cruciales.
Los belgas se rinden. 27 de mayo de 1940
Cassel, 27 de mayo por la mañana. La decisión de retirarse hacia el norte, tomada el día anterior, tarda en calar. En Cassel, los generales más importantes (excepto el británico lord Gort, que envía al general Adam para que lo represente), hablan del futuro. Algunos quieren crear una gran cabeza de puente, hasta Calais, pero esta ciudad ha caído el día anterior. En la reunión, el general Adam anuncia que, para evitar atascos, se prohibirá la entrada de vehículos al perímetro, cuya linde se convertirá pronto en un inmenso cementerio de camiones y blindados.
27 de mayo, frente occidental de la bolsa en formación. En el extremo oeste de la bolsa, el Ejército belga ya no puede más. El frente está roto, los heridos llenan los hospitales, los refugiados recorren, desesperados, carreteras y caminos. A las 12.50, el rey Leopoldo III avisa a sus aliados de que van a aceptar las condiciones de rendición de los alemanes: capitulación sin condiciones. El documento se firmará a partir de las 00.20 horas del 28.
Brujas, cuartel general del Ejército belga, 27 de mayo a medio día. Mientras, en el frente, las divisiones Panzer vuelven a ponerse en marcha. Detenidas por orden de Hitler el día 24, y reactivadas el 26, son las 8.00 horas cuando el puño blindado de la Wehrmacht se precipita de nuevo contra franceses y británicos. Mientras las columnas se retiran, toda la fachada occidental aliada se sacude, desde los canales has el frente del río AA, la 2.ª, 6.ª, 8.ª, 3.ª, 4.ª, 7.ª y 5.ª divisiones Panzer se ponen en marcha hacia el este. Junto a ellos combaten tropas mucho más siniestras, las SS de Himmler, que desmentirán la supuesta civilidad de la campaña del oeste masacrando a noventa y siete prisioneros británicos.
Durante la jornada, 13 948 soldados y 461 heridos son evacuados desde Dunkerque. La mala noticia es que los alemanes han emplazado baterías sobre la costa y ya no será posible utilizar la ruta Z, la más directa hacia Dover.
Crímenes de guerra. 28 de mayo de 1940
De Ypres a la costa, jornada del 28 de mayo. Wormhoudt, Bourbourg, Ostende, con la capitulación del Ejército belga todo el flanco izquierdo de la bolsa anglo-francesa ha quedado abierto a la penetración alemana. Hacia allí se precipitan, tan deprisa como pueden, los combatientes de II Cuerpo de Ejército del general Alanbrooke (futuro jefe del Estado Mayor General Imperial), que acabarán desplegándose entre Dixmude e Ypres. Más al norte, serán dos unidades francesas las que ocupen una línea hasta el mar: la 60.ª División de Infantería y los restos de la 2.ª División Acorazada Ligera (DLM).
En un granero de Flandes, 28 de mayo por la tarde. En Wormhoudt, los defensores de la localidad han agotado su munición y se rinden. Rápidamente, son puestos en fila y un largo grupo es conducido a un granero cercano. En su interior acaban por hacinarse casi cien hombres, la mayoría pertenecen a la 144.ª Brigada, pero también hay algunos franceses de una unidad de depósito. Entonces, repentinamente, los alemanes arrojan varias granadas de mano al interior, provocando una carnicería de la que muy pocos saldrán con vida. Emulando a sus compañeros del Regimiento Totenkopf, la Leibstandarte SS Adolf Hitler acaba de demostrar que ellos también son crueles y brutales.
Región de Lille, atardecer del 28 de mayo. Los alemanes, sin embargo, han puesto la vista en Lille, en el punto más meridional del perímetro, donde siete divisiones del Primer Ejército francés están en peligro de ser cercadas. Gort, nervioso por la situación en el antiguo frente belga, quiere seguir retirándose hacia el norte durante la noche del 28 al 29 de mayo; el general Blanchard, jefe de las tropas que combaten en torno a Lille, consciente de que si esto sucede sus tropas no tendrán tiempo de romper el combate y marchar al norte, le pide algo más de tiempo.
Dunkerque y las playas, noche del 28 al 29 de mayo. Mientras a lo largo de la jornada, se va formando la que será la cabeza de puente definitiva, tres divisiones británicas: 1.ª, 4.ª y 46.ª reciben la orden de embarcar. Cumpliendo órdenes, estas unidades se retiran hasta el perímetro y destruyen sus camiones antes de penetrar en él y llegar a las playas de Zuydcoote o La Panne. Allí, los hombres esperan ansiosos sobre la arena, mientras la coordinación de los embarques demuestra ser desastrosa. Algunos botes son abandonados en el mar tras un solo transbordo, otros se hunden debido al exceso de pasajeros.
A lo largo de esta jornada 38 186 británicos, 665 franceses y 1881 heridos consiguen abandonar el continente.
Un cerco dentro de un cerco. 29 de mayo de 1940
Lille, Primer Ejército francés, 29 de mayo por la mañana. A primera hora de la mañana, en Lille, los británicos se han marchado pero los franceses no han sido capaces de seguirlos. A media mañana, el Panzergruppe Kleist entra en contacto con el 18 Armee y las siete divisiones galas que defienden la ciudad quedan definitivamente cercadas. Combatirán hasta el día 31, quitando a los alemanes unos recursos muy necesarios para atacar la cabeza de puente. Allí destacarán futuros jefes de las renacidas fuerzas armadas francesas, como el general Juin, que mandará el cuerpo expedicionario en Italia en 1943.
29 de mayo, cuarteles generales de los cuerpos acorazados alemanes. Durante la jornada, las unidades acorazadas alemanas empiezan a ceder sus posiciones en el frente a tropas de infantería y marchan a reorganizarse para la segunda fase de la campaña. Sin embargo, los combates seguirán siendo igualmente crueles. En un cruce entre Bergues y Rexpoede, una patrulla de la 92.º GRDI (“agrupación de reconocimiento de división de infantería”) se topa con los alemanes en pleno redespliegue, son las 10.30. Poco después la artillería de la Wehrmacht empieza a machacar a los defensores del perímetro.
Playas de Dunkerque, en algún momento del 29 de mayo. Göring se había comprometido a aplastar al enemigo, y a lo largo de esta jornada la Luftwaffe se empeña especialmente contra las playas. El general Alanbrooke recuerda: “Con cada nueva bomba que caía, veíamos surgir una columna de arena y lo que parecían cuerpos humanos. Por suerte, no eran más que los capotes, abandonados, de hombres que ya habían embarcado”. Por suerte, la arena había amortiguado en gran medida las explosiones. Menos suerte tuvieron los barcos.
Puerto de Dunkerque, atardecer del 29 de mayo. Durante la tarde, el torpedero francés Cyclone llega hasta el muelle de Dunkerque, donde embarca a 575 hombres. Nada más zarpar es perseguido por los Stuka, la RAF es incapaz de protegerlo, sin embargo, consigue escapar recogiendo por el camino a más de 150 náufragos por el camino. Sus dos compañeros de división, el Mistral y el Sirocco, tienen menos suerte. El primero es alcanzado por una bomba mientras sigue en el muelle, siendo gravemente herido el comandante de la nava; el segundo sufre un ataque particularmente violento “los stuka pican a muerte, con las sirenas chillando hasta reventarle a uno los tímpanos”. Con 600 hombres a bordo, también este torpedero consigue llegar a Dover.
39 959 británicos, 8616 franceses y 547 abandonan el continente a lo largo de la jornada.
Embarcaremos de día y de noche. 30 de mayo de 1940
De Malo a Zuydcoote, jornada del 30 de mayo. En las playas, los soldados británicos se alinean, tan disciplinadamente como pueden, sobre unas superficies abiertas que la Luftwaffe, muy activa el día anterior, no está atacando con mucho ahínco durante esta jornada. Los hombres, no obstante, se camuflan como pueden, esperan pacientemente el toque de silbato y entonces corren a ocupar su lugar en la fila para subir al pantalán construido sobre las carcasas de los camiones, semienterrados en la arena, que les permite adentrarse todo lo posible hacia el canal durante la marea alta. Aun así, la artillería alemana sí que interviene, y el lugar se convierte pronto en una carnicería: la marea sube roja y, enterrados en la arena, quedarán cadáveres que no van a aparecer hasta años más tarde.
Zonas de concentración al este de Dunkerque, 30 de mayo. Mientras los ingleses embarcan, el campamento de Le Perroquet, donde se concentran las tropas francesas que también han de embarcar, es un caos. Algunas unidades, más veteranas, han conseguido reunirse y mantener una cierta organización, pero allí se encuentran también tropas de apoyo de los ejércitos, unidades de reserva y formaciones de territoriales, muchas de las cuales, aun sin haber luchado, son incapaces de reorganizarse. A estos hay que añadir los que se han quedado solos tras haber perdido sus unidades o tras haber desertado y tratan de buscarse la vida para encontrar una salida, personajes como los que retrata Christopher Nolan en la película Dunkerque.
En el canal de la Mancha, noche del 30 al 31 de mayo. Por la noche se produce una tragedia más. El Sirocco, que el día anterior había escapado de milagro de las bombas de los Stuka, zarpa de nuevo, esta vez con 750 hombres a bordo. En esta ocasión sigue la ruta oriental, la Y, que cruza los bancos de Flandes. Repentinamente, en medio de la oscuridad, un zumbido, ¡aviones! El torpedero reduce la velocidad de 14 a 7 nudos para no ser traicionado por la estela fosforescente que deja tras la popa, y luego, finalmente se detiene. Los aparatos se alejan, las hélices vuelven a girar con precaución hasta que, repentinamente, varios torpedos impactan contra el costado, disparados a bocajarro por dos Schnellboote (lanchas rápidas) de la Kriegsmarine. El desgraciado torpedero conseguirá recuperarse y flotar, pero entonces vuelven los aviones. Una bomba certera, en la santabárbara, vuela el pequeño buque. Solo 270 hombres de los 930 (tripulación incluida) que iban a bordo, se salvarán.
Por otro lado, la jornada es un éxito. 43 438 británicos, 14 874 franceses y 1176 heridos consiguen llegar a Dover.
Resistencia o evacuación. 31 de mayo de 1940
Bastión 32, puesto de mando francés en Dunkerque. Lord Gort se prepara para partir. Cede el mando al general Alexander, futuro comandante en jefe del Teatro de Operaciones del Mediterráneo y abandona su puesto de mando, no sin, según testimonio del propio interesado, manifestar su sorpresa al oficial de enlace francés por la falta de combatividad de las tropas galas. Sin duda se trata del comentario desabrido de un hombre cansado. Sin embargo, una nueva confusión surge a lo largo de la jornada. Gort habría comunicado al almirante Abrial, comandante francés de la cabeza de playa, que le deja tres divisiones británicas para defenderla, pero Alexander no sabe nada de ello. Es más, tiene órdenes de reembarcar toda la fuerza expedicionaria. Decae entonces definitivamente la idea, impracticable, por otro lado, de mantener una cabeza de puente, por tiempo indefinido, bajo la protección de la RAF y de la Royal Navy.
Cuartel general del 6 Armee, 31 de mayo por la tarde. Lille. Siete divisiones alemanas han combatido hasta hoy por hacerse con la ciudad cercada, cuyos defensores están exhaustos y ya no tienen munición. Son las 15.00 horas cuando el general Von Reichenau, comandante en jefe del 6 Armee, solicita por radio la rendición de los franceses. Sus condiciones: serán prisioneros de guerra, pero se les rendirán honores militares. Los cercados aceptan, conocedores de que su sacrificio ha permitido que los que combaten junto al mar ganen un tiempo precioso.
En la carretera de Furnes, al anochecer del 31 de mayo. Al anochecer, tras el embarque del III Cuerpo de Ejército el día anterior, le va a tocar el turno al II Cuerpo de Ejército británico, pero no todos conseguirán escapar. En ese momento, los alemanes están ya a la ofensiva en el perímetro. Algunos de sus combatientes hacen lo posible por infiltrarse, otros, los francotiradores, ya han entrado en acción. El teniente coronel Jack Lloyd, que se encontraba recorriendo el frente defendido por su unidad, el 2.º Batallón de la Guardia de Granaderos, cae abatido junto con dos de sus oficiales. Será el alférez Jack Jones quien consiga sacar de allí el cadáver del primero y a los otros dos, heridos. Lloyd y el capitán Jeffreys, que fallecerá poco después, serán enterrados en la catedral de Furnes.
El comandante Packenham será, presumiblemente, uno de los 2509 heridos que abandonen el continente esa noche, junto con 25 190 británicos y 35 013 franceses.
¡Los alemanes al asalto! 1 de junio de 1940
Perímetro defensivo de Dunkerque, 1 de junio. La BEF está escapando. Si bien los alemanes desconocen con detalle el éxito de los reembarques de las jornadas anteriores, también son conscientes de que están fracasando en su plan de impedir la huida de los británicos. Por ello, la Luftwaffe ha decidido lanzar un gran asalto durante esta jornada. 160 salidas de bombardeo y otras 325 de stuka arrasan el pueblo de Dunkerque y tanto las playas como el mar. La jornada es una pesadilla. Es el esfuerzo más importante de la batalla. Para oponerse a los aviones de Göring, los británicos efectúan 267 salidas de caza, pero los Hurricane y los Spitfire se topan con 420 Bf-109 y 110 Bf-110, que proteger con gran éxito a sus bombarderos. Los alemanes pierden dos bombarderos y dos stuka, así como siete Bf-109 y tres Bf-110. Los británicos deploran la pérdida de seis Hurricane y diez Spitfire.
En el interior del perímetro, jornada del 1 de junio. Mientras muchas unidades defienden encarnizadamente el perímetro, en su interior se extiende el caos. Grupos de desertores y de soldados extraviados imponen su ley. Se saquean las bodegas y las casas abandonadas, donde roban joyas y otros objetos de valor. Según el alcalde de Malo les Bains, la autoridad militar falla, pero en realidad la autoridad militar tiene demasiados frentes que atender, y le fallan los recursos. Los saqueadores, por su parte, se excusan con la teoría que, de todos modos, lo que no se lleven ellos lo cogerán los alemanes. Algunos oficiales son atacados, sobre todo si van en coche, para robarles las cámaras de las ruedas, con las que los asaltantes fabrican flotadores de fortuna con los que echarse al mar.
Canal de la Basse Colme, tarde del 1 de junio. El ataque terrestre alemán se intensifica. En el extremo este del perímetro defensivo las divisiones 56.ª y 216.ª de la Wehrmacht presionan con fuerza a las tropas francesas que han ocupado este sector del frente tras la retirada británica durante la noche anterior. En el flanco sur, justo al este de Bergues, los atacantes, de la 254.ª y 18.ª divisiones de infantería, cruzan el canal de la Basse Colme tras derrotar a los defensores del 137.º Regimiento de Infantería del Sector Fortificado de Flandes. Más al oeste, la 68.ª División francesa resiste los asaltos de la única división Panzer que ha quedado sobre el terreno, la 9.ª.
Canal de la Mancha, noche del 1 al 2 de junio. Mientras, en el mar, la Kriegsmarine vuelve a entrar en acción. La 2.ª Flotilla de S-Boote del Kapitanleutnant Rudolf Petersen ataca al HMS Widgeon, sin éxito. Más suerte tiene la S-25, que hunde un buque antisubmarino cerca de la boya T; así como la S-34, que hunde otro cerca de la boya S.
Puerto y playas de Dunkerque, noche del 1 al 2 de junio. En Dunkerque, el general Alexander ha pasado por el puesto de mando del almirante Abrial para anunciarle que va a procederse al embarque de los últimos elementos de la fuerza expedicionaria británica. Sin embargo, hay que decirlo, los franceses no se quedan solos. La Royal Navy seguirá recogiendo soldados en los días venideros, hasta que se haya evacuado al último soldado posible. También la flotilla civil seguirá navegando, cientos de yates privados, barcos de pesca, veleros… todo aquello que flota en la costa sur y sudeste de Inglaterra, ha cruzado el canal para ir al rescate del ejército atrapado.
Durante la jornada embarcarán 15 378 británicos y 16 049 franceses, así como 167 heridos. Es la primera vez en que la cifra de soldados continentales supera a los de las islas.
El último embarque. 2 de junio de 1940
Los cielos sobre Dunkerque, 2 de junio. A primera hora de la mañana la RAF interviene. Una vez más, los Lysander, pequeños aviones de reconocimiento y de observación para la artillería, cruzan el canal para sobrevolar el campo de batalla. Frágiles, son una presa fácil para los cazas alemanes, por lo que dependen de los cuatro escuadrones de cazas que los escoltan. Esta vez su misión es un éxito, pues consiguen localizar a las baterías alemanas, dos de ellas de costa, y son atacadas por un escuadrón de 24 bombarderos Blenheim. La Luftwaffe no tarda en reaccionar. Ciento veinte aparatos alemanes se traban con cinco escuadrones de la RAF. La Luftwaffe vence porque consigue alejar a los británicos, pero ha perdido un solo Messersschmitt y siete bombarderos contra siete Spitfire y un Hurricane. La dureza de estos es un preaviso: la batalla de Inglaterra no será cosa hecha.
Fortificaciones de Bergues, 2 de junio por la tarde. El centro neurálgico de la defensa es la localidad de Bergues. Allí, en medio de las ruinas de los bastiones y con el pueblo en llamas detrás de ellos, resisten los últimos defensores. Por la mañana, consiguen repeler un asalto contra la puerta de Hondschoote. Por la tarde, los alemanes relanzan la batalla con un intenso bombardeo, que sacude los mismos cimientos de las fortificaciones den estrella. Como si de siglos pasados se tratara, los alemanes van a concentrar el fuego directo de sus cañones contra la muralla este, hasta abrir brecha. A las 15.00, un batallón de asalto, precedido por tropas de ingenieros armadas con lanzallamas, se lanza contra el boquete. Perfectamente coordinado con tres ataques más contra otras tantas puertas, no quedan efectivos en la guarnición para oponerse a todo. A las 17.00, la resistencia cesa. El Chef de Bataillon Martín, último comandante en jefe de Bergues, recibe herido, tumbado sobre un camastro, a los alemanes.
Sector de Les Moeres, 2 de junio al final de la tarde. En el sector este de las defensas, la 12.ª División de Infantería Motorizada, francesa, resiste a todos los ataques alemanes. Son soldados de élite y, además, saben que serán evacuados durante la noche del 3 al 4 de junio, si todo va bien. Sin embargo, no todos lo lograrán. Son las 18.45 horas un bombardero alemán suelta un último proyectil sobre el Fort des Dunes, donde se halla el puesto de mando divisionario, que cae en el centro de uno de los patios, donde el general Janssen, jefe de la división, está sosteniendo una reunión. “Ante la puerta de la salita que sirve de puesto de mando –recuerda un superviviente– mi amigo el capitán Helle, con una terrible herida en el vientre, yace tumbado junto al general, cuya cabeza ha sido separada del cuerpo […]”.
Muelle de Dunkerque, noche del 2 al 3 de junio. En las playas embarcan los últimos soldados británicos, 7208 hombres. La cola la forma el 1.er Batallón del King’s Shropshire Light Infantry, que embarcan a bordo del St. Helier y zarpan a las 23.30. “Operación completada, volvemos a Dover”, anuncia el capitán Tennant al vicealmirante Ramsay. Ese mismo día embarcan también 19 803 franceses y 240 heridos.
La Luftwaffe ha fracasado. 3 de junio de 1940
El cielo sobre Dunkerque, desde primera hora del 3 de junio. Durante la mañana, la Luftwaffe ha estado prácticamente ausente. La niebla ha entorpecido el despliegue de la aviación de ambos bandos, pero no es solo eso. En realidad, el alto mando de la fuerza aérea alemana es consciente de que han perdido la batalla aérea sobre Dunkerque, al menos en lo que al cumplimiento del objetivo, bombásticamente propuesto por Göring, de evitar el reembarque de la BEF, se refiere. El fracaso es todavía más grave, por supuesto, si se suman las tropas francesas que también han logrado escapar. Por la tarde, las escuadrillas germanas desencadenarán la Operación Paula, un ataque generalizado contra la Armée de l’Air francesa en torno a París. Para ellas, la batalla de Dunkerque ya es pasado.
Interior del perímetro defensivo, jornada del 3 de junio. Al amanecer del 3 de junio, el general Fagalde, comandante en jefe de las fuerzas terrestres en el perímetro de Dunkerque, calcula que tiene unos 25 000 hombres luchando en el frente y otros 22 000 en los campamentos listos para embarcarse. Además, calcula que hay alrededor de 20 000 hombres más en el interior del perímetro: restos de unidades, rezagados, desertores, etc. Se esconden en sótanos y bodegas, o en agujeros en las dunas. En todo caso, no sirven para el frente, y en la zona de embarque solo pueden traer el caos.
Entre Bergues y les Moeres, madrugada del 3 de junio. En la línea de combate, los franceses tienen dos opciones: dejar venir a los alemanes, dándoles el tiempo necesario para organizarse, y dejarse masacrar por ellos, o entorpecer sus planes lo más posible. Es la opción de Fagalde. A las 4.00 horas, cuatro batallones: II/122.º, III 143.º I/137.º y II/137.º, atacan hacia el flanco de la 18.ª División de Infantería de la Wehrmacht. Su objetivo es taponar en parte la brecha entre los pantanos por la que han entrado los alemanes, y si bien progresan, no logran llegar muy lejos. En este embate participan los últimos carros de combate operacionales en la cabeza de puente, seis Somua 35 y cuatro Hotchkiss 35.
Frente francés, noche del 3 al 4 de junio. Y, sin embargo, esa noche los defensores todavía resisten. En el sector oeste del perímetro, los alemanes están en la Grande Synthe y las Petite Synthe, a medio camino del mar. En el centro están luchando ya por los arrabales de Dunkerque y al este están listos para asaltar el canal de Furnes, más allá del cual están las villas costeras y la playa.
Esta última jornada de resistencia ha permitido la evacuación de 6 británicos muy despistados y 26 989 francesas. Más que los que había previsto el general Fagalde.
La desolación. 4 de junio de 1940
Puerto de Dunkerque, amanecer del 4 de junio. Sobre los malecones desiertos, miles de soldados franceses miran al mar con esperanza, pero está vacío. Hoy, los barcos no vendrán a buscar a nadie, la evacuación ha terminado con un total acumulado de 315 567 hombres. Un triunfo increíble, que aporta muy poco consuelo a los que se han quedado atrás. Algunos se organizan para tratar de escapar del perímetro. Marchando hacia el oeste por las playas, por ejemplo, un grupo llegará más allá de Mardyck antes de ser detenido por los alemanes. Otros, en grupos muy pequeños, tratarán de infiltrarse por las líneas alemanas, con muy poco éxito, y también habrá quienes traten de agarrarse a cualquier cosa que flote con ciertas garantías, con la esperanza de que aún quede un barco mar adentro.
Centro de Dunkerque, 4 de junio por la mañana. A las 9.00 horas, la bandera de la cruz gamada ondea sobre el ayuntamiento de Dunkerque. Ha llegado el final. Tanto en el puerto como en las playas, los que ya han comprendido que pronto partirán al cautiverio destruyen sus armas, o las tiran al mar. No tardan en aparecer las primeras columnas motorizadas alemanas. Ametralladoras en ristre, los vencedores ladran órdenes secas con las que intimidan y ponen en marcha a los prisioneros. 40 000 van a amontonarse en las explanadas de los bastiones entre Dunkerque y Malo les Bains.
Mientras los que se han quedado atrás marchan al cautiverio, los 123 000 franceses que han conseguido cruzar el canal serán trasladados de nuevo al continente, por Cherburgo y los puertos bretones, y tendrán que sufrir otra vez contra la Wehrmacht antes de la firma definitiva del armisticio.
Londres, Cámara de los Comunes. Ese mismo día, ante la cámara de los comunes, Churchill dará uno de los discursos más motivadores de su carrera:
“[…] A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en las garras de la Gestapo y todo el aparato odioso del gobierno Nazi, no vamos a languidecer o fallar. Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡no nos rendiremos jamás!”
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